Miles de peces mueren en la laguna Alalay de Cochabamba y comienza investigación
10 Marzo 2016, 19:54Cochabamba/ABI
Miles de crías de peces platinchos y pejerrey murieron en la laguna Alalay de la ciudad de Cochabamba en las últimas horas y una investigación se inició para establecer que causó el extraño suceso, informó el jueves un técnico del Departamento de Gestión de Recursos Naturales municipal, Rodrigo Neruvia.
"Son miles de peces encontrados muertos, pero en cuanto a volumen y cantidad no tenemos una cifra exacta (...). Estamos investigando que produjo esto", dijo.
Neruvia explicó que una primera alerta sobre lo sucedido fue dada cerca de las 8:00 de esta jornada por personas que paseaban por la orilla noreste de la laguna y vieron flotar a algunos peces pequeños muertos.
Dijo que otro grupo de personas dio una información aún más preocupante unas horas después, porque encontró una mayor cantidad de cuerpos de crías concentrada en el sector noroeste.
Luego un grupo de técnicos municipales atendió los casos e inicio la colección de algunos ejemplares y muestras de agua para que sean examinados en un laboratorio.
Según Neruvia, una hipótesis de la causa de ese hecho es la reducción de oxígeno en el agua de la laguna por las altas temperaturas registradas en la ciudad de Cochabamba en los últimos días.
"Nosotros creemos que los peces al ser tan pequeños, porque recién estaban saliendo de sus huevos, no pudieron soportar esta variabilidad en el nivel de oxígeno", sostuvo.
Entre los ejemplares muertos no hay peces adultos.
El presidente del Consejo Departamental de Medio Ambiente, Jhon Zambrana, estuvo en desacuerdo con Neruvia, porque mencionó que es más posible que el ingreso de aguas contaminadas a la laguna haya provocado la masiva muerte de los peces.
"Esto pudo pasar porque en época de lluvias se abre un canal que trasvasa aguas del río Rocha a la laguna y habría que ver si su hubo un manejo adecuado de las descargas para evitar que se contamine el vaso de agua", indicó.
Sostuvo que la teoría de Neruvia estaría errada también porque al menos seis oxigenadores de agua están en plena operación en el sector sur de la reserva hídrica.
Entre tanto, las crías de peces muertos son recogidos con rastrillos, redes, un tractor y vehículos para su traslado al botadero de K"ara K"ara para evitar que aves que habitan en la laguna e incluso indigentes que deambulan por el lugar traten de ingerirlos.
El primer río en Colombia que desaparece por completo
En medio
de una operación contra la minería ilegal, autoridades revelaron
impresionantes imágenes que muestran la sequía de un afluente en el
Cauca. ¿Por qué?
El río Sambingo hace parte de la cuenca hidrológica más importante del Pacífico caucano.
Foto: Cortesia Ejército Nacional
Desde cuando se
empezaron a sentir los coletazos del fuerte verano por cuenta del
fenómeno del Niño, los medios y la comunidad en general concentraron sus
miradas en los niveles de los dos ríos más importantes del país: el
Magdalena y el Cauca
Y mientras los reflectores apuntaban a mostrar los bajos caudales de esos afluentes, en una apartada región, considerada una de las estrellas pluviales de Colombia, ocurría lo impensable: la desaparición de todo un río.
El descubrimiento fue hecho por las autoridades, quienes el pasado 22 de enero desarrollaron una operación contra la minería ilegal en el departamento de Cauca. Militares de la Tercera División del Ejército apoyados por la Fuerza Aérea y la Fiscalía llegaron hasta zonas apartadas de los municipios de Mercaderes, Bolívar y Almaguer. Todos localizados en la zona sur occidental de ese departamento.
Pero la verdadera sorpresa de las autoridades no fue encontrar maquinaria pesada y cientos de hombres y mujeres escarbando la tierra en busca de chispitas brillantes, sino observar las dantescas imágenes de desolación y sequía. “No podíamos creerlo. Ver ese panorama nos produjo muchísima tristeza, rabia y dolor”, expresó un suboficial que estuvo en la operación.
La descripción que hacía el uniformado no era para menos. Lo que él y sus compañeros vieron desde el aire fue el cauce seco de uno de los ríos más caudalosos e importantes de la región: el río Sambingo.
Ese afluente, que hace parte de la cuenca hidrológica más importante del Pacífico caucano, es tributario del Patía, otro mítico río de la región. Antes de desembocar al océano, ambos recorren casi 150 kilómetros de montañas, cañones y bosque tropical.
La riqueza fluvial del Sambingo era tan abundante antes de desaparecer, que ese río fue protagonista en diciembre del 2014 de una dolorosa tragedia invernal tras una avalancha que mató cinco personas y desapareció ocho.
Y mientras los reflectores apuntaban a mostrar los bajos caudales de esos afluentes, en una apartada región, considerada una de las estrellas pluviales de Colombia, ocurría lo impensable: la desaparición de todo un río.
El descubrimiento fue hecho por las autoridades, quienes el pasado 22 de enero desarrollaron una operación contra la minería ilegal en el departamento de Cauca. Militares de la Tercera División del Ejército apoyados por la Fuerza Aérea y la Fiscalía llegaron hasta zonas apartadas de los municipios de Mercaderes, Bolívar y Almaguer. Todos localizados en la zona sur occidental de ese departamento.
Pero la verdadera sorpresa de las autoridades no fue encontrar maquinaria pesada y cientos de hombres y mujeres escarbando la tierra en busca de chispitas brillantes, sino observar las dantescas imágenes de desolación y sequía. “No podíamos creerlo. Ver ese panorama nos produjo muchísima tristeza, rabia y dolor”, expresó un suboficial que estuvo en la operación.
La descripción que hacía el uniformado no era para menos. Lo que él y sus compañeros vieron desde el aire fue el cauce seco de uno de los ríos más caudalosos e importantes de la región: el río Sambingo.
Ese afluente, que hace parte de la cuenca hidrológica más importante del Pacífico caucano, es tributario del Patía, otro mítico río de la región. Antes de desembocar al océano, ambos recorren casi 150 kilómetros de montañas, cañones y bosque tropical.
La riqueza fluvial del Sambingo era tan abundante antes de desaparecer, que ese río fue protagonista en diciembre del 2014 de una dolorosa tragedia invernal tras una avalancha que mató cinco personas y desapareció ocho.
La
otra indignación es que en las imágenes de sequía del afluente se
observa claramente que no sólo el fenómeno de El Niño es el responsable.
A lo largo de su árido cauce se observan enormes grietas de volcán que
no son otra cosa que las zanjas producto de la explotación minera
ilegal.
En esa operación, que las autoridades denominaron ‘Espartaco‘, fueron incautadas cinco retroexcavadoras y una clasificadora, “otros elementos, que eran empleados para la realización de esta actividad ilícita, los cuales tendrían un valor cercano a $2.400 millones”, dice el comunicado oficial del Ejército.
Esas mismas fuentes oficiales aseguran que en esa actividad minera ilegal sobre el río que se secó les dejaba ingresos cercanos a $3.000 millones mensuales.
Una cifra irrisoria para el daño ambiental que causaron, y más si tenemos en cuenta que cálculos de expertos consideran que recuperar todo ese ecosistema costaría alrededor de $100.000 millones.
“Con el desembarco de las tropas en tierra y tras un minucioso análisis y un peritaje de los alrededores, se observó la desaparición de varias especies que se extinguieron debido a esta actividad depredadora alrededor del entable minero. Así mismo, desde el aire se puede apreciar el daño causado a 360 hectáreas de bosque nativo”.
La pregunta que ahora se hacen quienes lloran la desaparición del primer río en Colombia es si el Sambingo volverá a ser el caudaloso afluente cuando retornen las lluvias.
En esa operación, que las autoridades denominaron ‘Espartaco‘, fueron incautadas cinco retroexcavadoras y una clasificadora, “otros elementos, que eran empleados para la realización de esta actividad ilícita, los cuales tendrían un valor cercano a $2.400 millones”, dice el comunicado oficial del Ejército.
Esas mismas fuentes oficiales aseguran que en esa actividad minera ilegal sobre el río que se secó les dejaba ingresos cercanos a $3.000 millones mensuales.
Una cifra irrisoria para el daño ambiental que causaron, y más si tenemos en cuenta que cálculos de expertos consideran que recuperar todo ese ecosistema costaría alrededor de $100.000 millones.
“Con el desembarco de las tropas en tierra y tras un minucioso análisis y un peritaje de los alrededores, se observó la desaparición de varias especies que se extinguieron debido a esta actividad depredadora alrededor del entable minero. Así mismo, desde el aire se puede apreciar el daño causado a 360 hectáreas de bosque nativo”.
La pregunta que ahora se hacen quienes lloran la desaparición del primer río en Colombia es si el Sambingo volverá a ser el caudaloso afluente cuando retornen las lluvias.
Desaparece de forma «repentina» y «total» el río Atoyac en el estado mexicano de Veracruz
Intentar rellenarlo sería luchar contra la naturaleza, explican los experto

El 1 de marzo los habitantes de la ciudad mexicana de Rancho de San Fermín, en el estado de Veracruz, alertaron de la desaparición del río Atoyac:
escucharon un estruendo enorme y sintieron que la tierra temblaba;
había dejado de corrrer el agua y observaron un gran agujero.
Desde entonces, las autoridades de la Secretaría de Protección Civil de Veracruz han investigado el hecho. La hendidura, que surgió a unos tres kilómetros del nacimiento del río Atoyac y atraviesa el lecho del mismo, tiene una longitud de unos 30 metros y 20 metros de ancho.
El socavón que, presuntamente conduce a mantos freáticos, «podría deberse a un proceso de erosión kárstica, fenómeno natural ocasionado por las corrientes de agua que escurren bajo la superficie terrestre debido a la infiltración de las aguas superficiales», han especificado desde la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Algunos investigadores, como Ricardo Barragán, del Instituto de Geología (IGL), han comentado que «la desaparición total y repentina del río Atoyac pueda ser irreversible», ya que responde a un fenómeno natural de erosión producido por el agua.
Incluso si se actura sobre el río Atoyac podría resultar ineficiente, estima Barragán. «Si se intentara rellenarlo sería como luchar contra la naturaleza, porque si ya colapsó en ese punto es porque las rocas están siendo disueltas y seguirá colapsando», resume el funcionario.
El río Atoyac abastece a más de 100.000 familias e industrias azucareras de ocho municipios de la zona montañosa central oriental de Veracruz. Diversos expertos han propuesto que, mientras se soluciona el problema, se perforen pozos en las comunidades afectadas para proporcionar agua proveniente del subsuelo.
Desde entonces, las autoridades de la Secretaría de Protección Civil de Veracruz han investigado el hecho. La hendidura, que surgió a unos tres kilómetros del nacimiento del río Atoyac y atraviesa el lecho del mismo, tiene una longitud de unos 30 metros y 20 metros de ancho.
El socavón que, presuntamente conduce a mantos freáticos, «podría deberse a un proceso de erosión kárstica, fenómeno natural ocasionado por las corrientes de agua que escurren bajo la superficie terrestre debido a la infiltración de las aguas superficiales», han especificado desde la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Algunos investigadores, como Ricardo Barragán, del Instituto de Geología (IGL), han comentado que «la desaparición total y repentina del río Atoyac pueda ser irreversible», ya que responde a un fenómeno natural de erosión producido por el agua.
Incluso si se actura sobre el río Atoyac podría resultar ineficiente, estima Barragán. «Si se intentara rellenarlo sería como luchar contra la naturaleza, porque si ya colapsó en ese punto es porque las rocas están siendo disueltas y seguirá colapsando», resume el funcionario.
El río Atoyac abastece a más de 100.000 familias e industrias azucareras de ocho municipios de la zona montañosa central oriental de Veracruz. Diversos expertos han propuesto que, mientras se soluciona el problema, se perforen pozos en las comunidades afectadas para proporcionar agua proveniente del subsuelo.
Desaparece el lago Poopó, el segundo más grande de Bolivia
En el lugar solo existe un inmenso desierto salino. Autoridades y comunarios denuncian que alertaron de esta situación, pero nadie los escuchó. Hay animales muertos y vegetación seca |
REDACCIÓN-LA PATRIA elpais@opinion.com.bo | 13/12/2015 | Ed. Imp.

PECES Y FLAMENCOS MUERTOS EN LO QUE ANTES ERA EL LAGO POOPÓ.
Considerado el segundo lago más grande de Bolivia, después del Titicaca, el Poopó prácticamente despareció. El que antes albergaba una variedad de flora y fauna, únicas en su especie, hoy está seco y a su alrededor hay miles de peces y otros animales muertos.
Así lo confirmó el diario orureño La Patria, que el viernes realizó una visita al lago Poopó, ubicado en el cantón de Untavi del municipio de Toledo del departamento de Oruro.
El lago, que hace algunos años era fuente de ingreso económico para varias familias pesqueras de la región, terminó por secarse. Actualmente en el lugar solo existe un inmenso desierto salino.
“El lago Poopó tenía las siguientes dimensiones: 84 kilómetros de largo, por 55 de ancho, lo que equivale a una superficie de 4.620 kilómetros cuadrados y desde el aire ahora se observa un espejo de agua reducido a la mínima expresión, que parece solo un charco en medio de kilómetros y kilómetros de tierra desértica”, señala La Patria.
Agrega que la comunidad de Untavi, que antes era un pueblo con bastante actividad, debido a la riqueza piscícola que existía, hoy pasó a ser una población silenciosa con un mínimo porcentaje de comunarios.
TESTIMONIOS Según reporta el matutino orureño, algunos pobladores que pasaban por la plaza central, al notar la presencia de visitantes, empezaron a relatar la triste situación que están viviendo, pues desde el desastre ambiental ocurrido en noviembre de 2014, cuando murieron millones de peces, el lago Poopó no volvió a albergar a especies acuáticas.
Esto motivó a que la mayoría de las familias migren a otras poblaciones e incluso algunos prefirieron ir a buscar mejor suerte a países vecinos, como Chile. Mientras, los que se quedaron trabajan en la crianza de ganado, aunque en el sector existe una mínima cantidad.
El panorama es desolador. En donde otrora fuera la orilla del lago todavía se observan algunas embarcaciones, algo resecadas por el sol. También hay restos de peces y aves muertas, producto del desastre ocurrido en noviembre del pasado año.
La autoridad originaria de Untavi, Valerio Rojas, manifestó que es increíble creer que el lago se secó completamente en algo menos de dos meses, pues hasta septiembre todavía existían láminas de agua.
Aseveró que el lago quedó convertido en un enorme desierto donde ni siquiera existe la posibilidad de sembrar alimentos, ni tampoco criar animales, solo se puede rescatar la arcilla del lugar.
ALERTA Mencionó que se alertó a las autoridades departamentales y medioambientales, respecto a la situación del lago, “pero no hicieron caso”.
Se pidió el dragado del brazo izquierdo del río Desaguadero para que el lago se alimente, pero lamentablemente no se efectuó ninguna tarea. "Las esperanzas son pocas para que retorne el lago, porque creemos que nunca volverá a ser como antes, por eso al parecer solo queda migrar en busca de fuentes de empleo", agregó.
Explicó que por las características geográficas que tiene el lago Poopó tiende a disminuir el espejo de agua en cierto tiempo y llenarse completamente después de 50 años, pero enfatizó que nunca se vio completamente secó como ahora.

“Ya no somos más los hombres del lago. Si el lago se va, nosotros también”.
Con esas palabras Simiano Valero expresa su pesar por la desaparición del Lago Poopó, el segundo más grande de Bolivia —después del Lago Titicaca— ubicado en el departamento de Oruro.
Valero es una autoridad originaria del pueblo indígena Uru Murato,
ubicado desde hace siglos en la ladera oriental del lago. “Desde
nuestros ancestros nos denominamos cazadores, pescadores y recolectores.
Por eso nos llamamos Hombres del Lago, pero ahora la estamos
perdiendo”, afirma el dirigente.
Otras poblaciones pesqueras, como la
comunidad Aymara de Untavi, Ayllu Pumasara y varias otras que se
encuentran en los alrededores, están siendo afectadas por la
desaparición del lago y se ven obligadas a buscar nuevas formas de
subsistencia.
En condiciones normales el Lago Poopó superaba los 2.300 kilómetros cuadrados. Ahora sólo quedan unos
cuantos humedales dispersos en el desierto salino del altiplano, donde
todavía se pueden ver los restos de animales muertos y balsas
abandonadas por las familias que vivían de la pesca y de los recursos
que proveía el lago.
Una combinación letal de factores
naturales y antrópicos lo destruyeron, incluyendo la excesiva
sedimentación, la actividad minera, el desvío de sus afluentes
principales, pero también el cambio climático y los fenómenos naturales.
Para Limbert Sánchez, coordinador del Centro de Ecología y Pueblos Andinos (CEPA),
“la desaparición del lago era cuestión de tiempo”. Afirma que a pesar
de las recurrentes advertencias, no se hizo nada para evitarlo. Una de
las señales se produjo en noviembre de 2014, cuando las comunidades de
la ribera occidental denunciaron la
muerte de millones de peces en las orillas del lago, generando alerta
nacional. Finalmente, un año después, en diciembre de 2015, el Lago
Poopó desapareció.
Con la pérdida de este espejo de agua, no
solamente se pierde una cultura de vida y fuente de subsistencia de
cientos de familias ribereñas, sino también uno de los ecosistemas más
importantes de la región, considerado Patrimonio Nacional y Sitio Ramsar,
por conformar junto al lago Uru Uru —con el que se conecta hacia el
norte– un sistema lacustre y humedal de interés internacional para la
conservación de la biodiversidad.

Un ecosistema de aparente hostilidad
El Lago Poopó se conecta mediante el río
Desaguadero al Lago Titicaca, el más alto del mundo que Bolivia comparte
con Perú. Juntos forman el sistema hídrico Titicaca – Desaguadero –
Poopó y Salares (TDPS).
Con un clima tropical de altura
caracterizado por las pocas precipitaciones pluviales y una alta
radiación solar, esta región forma parte de la puna semiárida y árida
del altiplano boliviano.
A pesar de su aparente hostilidad, el
ornitólogo Carlos Capriles afirma que esta ecoregión era una fuente
importante de biodiversidad en la que existían aproximadamente 200
especies de animales y plantas. “Pareciera que el altiplano no tiene
vida, pero alberga una gran cantidad de fauna y flora silvestre”,
comenta el experto.
Algunos estudios
afirman que la flora del Lago Poopó así como de las zonas circundantes
agrupa aproximadamente 131 especies de plantas, de las cuales 111 son
terrestres y 20 acuáticas. Entre las terrestres existen los bosques de
queñua, una diversidad de matorrales, totoras, pajonales y tholares,
algunos de los cuales son utilizados como leña por los habitantes de la
región. Las plantas acuáticas generalmente están conformadas por algas y
macrófitas.
Entre las aves
acuáticas, algunas endémicas y amenazadas, se encuentran el flamenco
austral o chileno, así como del flamenco andino y el flamenco james.
También es el hogar de una variedad de patos, como el pato puna y las
chocas, y un punto de descanso y paso de muchas especies de aves
migratorias tanto boreales como australes.
La riqueza piscicola estaba conformada
por especies nativas como el Karachi, el ispi, mauri y suche, que
convivían con especies introducidas con fines comerciales, como la
trucha y el pejerrey. También es hogar de las vicuñas, que circundan el lago organizadas en tropas, la vizcacha, el topo, el zorrino o añatuya, y además del popular quirquincho o armadillo.
Con la desaparición del lago todo este
delicado equilibrio se rompe y la mayoría de estas especies han perdido
su hábitat natural, por la que tuvieron que emigrar. Sin embargo otras,
como los peces y anfibios, simplemente murieron.

¿Cuáles fueron las causas del desastre?
Sánchez afirma que una de las causas
fundamentales de la desaparición del lago es la excesiva sedimentación.
“Como es una cuenca endorreica, no tiene salida, y los sedimentos se
quedan ahí. Por eso el lago ya no tiene pendiente, es prácticamente un
lago plano. La profundidad es de 50 centímetros. En el mayor de los
casos, cuando hay mucha agua, llega a un metro de profundidad”, señala.
Según el experto, diariamente ingresan al
lago miles de toneladas de sedimentos producto de la desertificación y
erosión de los suelos en toda la cuenca, pero también por los desechos
tóxicos de las operaciones mineras de la región.
La minería es la principal actividad
económica del departamento de Oruro desde la época de la Colonia. Se
estima que en la región existen más de 300 establecimientos mineros, la
mayoría de los cuales vierten sus aguas sin ningún tipo de tratamiento a
por lo menos 15 de los 23 afluentes del lago, contaminando los ríos y
el lago con metales pesados como el cadmio, zinc, arsénico y plomo.
Responsables del Programa de la Cuenca del Lago Poopó, creado en 2010
para atender la problemática, dicen que diariamente ingresan al lago 2.000 toneladas de minerales sólidos suspendidos.
Otro de los problemas que agrava la
situación del lago es el alto déficit e inestabilidad hídrica que sufre
la subcuenca del Poopó. Según Felipe Coronado, experto ambiental y
profesor de la Universidad Técnica de Oruro, esto se debe a las bajas precipitaciones pluviales y la alta tasa de evaporación de las aguas.
“Los niveles de evaporación y
evapotranspiración exceden considerablemente a la precipitación pluvial,
además de las mermas por infiltración”, afirma Coronado. En efecto, estudios
estiman que los ingresos de por precipitaciones varían entre 300 a 448
milímetros anuales, mientras que la pérdida por evaporación es de 282 y
359 milímetros, la misma que aumenta a medida que se avanza hacia el
sur.
Esta situación empeora por factores atribuibles al calentamiento global. Las autoridades confirmaron
que en los últimos 56 años la temperatura mínima en la cuenca del Lago
Poopó aumentó en 2,06 ºC, provocando un mayor aceleramiento en la
evaporación del agua, que según Sánchez, ronda los cuatro a
cinco milímetros por día.
A esto se suma el fenómeno climatológico
del Niño, que desde finales de 2015 viene exacerbando el cambio de clima
en Bolivia, alterando los ciclos de lluvias y provocando sequía y estrés hídrico en toda la región del altiplano.
Otra de las causas fundamentales que
contribuyeron a la desaparición del lago es el desvío de sus principales
afluentes para la actividad minera y agrícola. Esto sucede
principalmente en el Río Desaguadero, que se estima contribuye al
90 % del agua del Poopó. Según Sánchez, entre abril y mayo de 2015, el
Programa Cuenca Poopó registró un ingreso de 4 a 5 metros cúbicos de
agua por segundo hacia el lago, una cantidad totalmente insuficiente
tomando en cuenta que el lago necesita entre 54 a 60 metros cúbicos de agua por segundo para mantenerse en condiciones aceptables.
Sin duda esta es una combinación de
factores letales para cualquier cuerpo lacustre en el mundo y para la
vida que alberga. Según Coronado, la complicación es que “en general ha
existido una falta de percepción de la problemática en su real magnitud,
pese a la existencia de una multiplicidad de estudios y diagnósticos. Y
esta deficiencia no sólo es con el lago, sino en términos generales por
la falta de políticas ambientales a nivel gubernamental”.
Impactos en el clima, los pueblos, y su alimento
La principal consecuencia de este
desastre ambiental es la pérdida de un ecosistema lacustre de gran
importancia regional por su riqueza natural y fuente de biodiversidad.
Los expertos también coinciden en que
podría haber una variación mayor del clima en la región, debido a que el
lago jugaba un rol importante en la regulación bioclimática local. Es
decir, los ciclos a los que se halla sometido tienen relación directa
con el clima regional, por lo que es probable que la aridez de la región aumente.
Por otro lado, la pérdida del lago ha traído graves consecuencias sociales para las comunidades aledañas que vivían de sus recursos, particularmente las comunidades Uru Murato, consideradas vulnerables por su mayor dependencia del lago para subsistir y por su limitado acceso a tierras fértiles, producto del avance de otras poblaciones en su territorio.
La falta de lluvias empeora todavía más
la situación de las comunidades en general, pues ha mermado los cultivos
como la quinua, papa y cebada en toda la región. El debilitamiento del
sistema agroalimentario, la carencia de la pesca, la migración de aves y
la falta de forraje para el ganado, amenazan aún más la seguridad
alimentaria de las familias de estas comunidades, y el resultado sin
duda traerá unas mayores tasas de migración.
Ese el temor de Doña Alejandrina Álvarez
de Vilañeque, una de las comunidades Uru Murato cercanas al lago. “El
lago se ha secado totalmente, no se puede vivir así. ¿Con qué vamos a
mantener a nuestros hijos? No hay nada. Nosotros vivíamos del lago, del
pescado, pero ahora no hay
porque no ha llovido, no hay lluvia. Por eso tampoco podemos sembrar en
nuestros terrenos, porque está totalmente seco, por eso algunos de
nuestros hermanos se han ido a buscar trabajo, aquí no hay”, cuenta
Álvarez de Vilañeque, afligida.
Según la autoridad originaria de los
Urus, pese a la promesa del gobierno de millonarias inversiones para la
recuperación del lago y para programas de ayuda a las comunidades,
muchas familias ya se están yendo en busca de nuevas fuentes de
subsistencia. Algunos se van al lago Uru Uru a buscar trabajo en la
actividad pesquera que todavía existe. Muchos están yendo a los salares a
trabajar en la producción de sal, otros buscan empleo en los centros
mineros o simplemente se dedican a la construcción o al comercio
informal.

¿Posible recuperación gradual?
Según Felipe Coronado, el Lago Poopó es
un ecosistema dinámico con una resilencia ambiental importante; afirma
que dentro de los procesos naturales propios, es posible que exista una
recuperación gradual. Sin embargo, puede que esta recuperación no
alcance las condiciones previas, sobre todo si no se atacan las causas
estructurales del desastre.
“Es bueno recordar que los volúmenes del
lago en algunos años han disminuido drásticamente. Sin embargo, la
diferencia ahora está en las causas descritas, que hacen que la
posibilidad de recuperación de la vida y la biodiversidad del lago se
halle en una mayor incertidumbre”, señala el experto.
El factor más difícil de controlar es el
clima, pues para una buena recuperación la cuenca necesitará grandes
caudales de agua y lluvias sostenidas. Éste es un elemento que aumenta
la incertidumbre, ya que el calentamiento global y los fenómenos
naturales alteran significativamente los ciclos hídricos, trayendo
principalmente sequías y altas temperaturas.
Aunque es muy difícil predecir lo que va a
suceder, Sánchez afirma que si se realizan todos los esfuerzos, como el
dragado de los ríos y la regulación del sistema hídrico y minero en
toda la cuenca, el lago podría volver a la vida en un periodo de 10 a 20
años.
Por el contrario, si no se hace nada, es
probable que el estrés hídrico se empeoren a lo largo de la cuenca y se
manifieste en una mayor degradación de los diferentes ecosistemas.
Además, podrían aumentar los conflictos por la competencia del uso del agua, como ya sucede en algunas zonas de la región.

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